Un violín ventila tristeza. Salpica un pizzicato de pensamientos. Ronronea penas en el arco. El bandoneón arrastra melancolía. El piano lo consuela. El contrabajo pone el hombro. Llega luego un soplo de vida con olor a ciudad y romanticismo. Pablo Agri, Lautaro y Emiliano Greco, y Juan Pablo Navarro, conversan un responso Desde adentro. Los cuatro jóvenes despabilan un repertorio que va desde Corralera, milonga de Anselmo Aieta, hasta una memorable versión de Kicho, de Piazzolla (se luce el contrabajo virtuoso y decidor de Navarro), pasando por Leopoldo Federico (Éramos tan jóvenes), Julio De Caro (Boedo), Antonio Agri, Néstor Marconi y tres temas de su autoría.
Digno hijo de su padre, el violín de Pablo Agri no sólo es afinado, sino también punzante, profundo, expresivo. Se nota su formación clásica con destacados maestros, que potencia su instinto tanguero. Los genes de Piazzolla sobrevuelan musicalmente el alma de este cuarteto de excelentes instrumentistas, que suenan como una pequeña orquesta. Si bien el violín es la voz guía, tanto los Greco como Navarro, tienen sus momentos de lucimiento. Los cuatro dialogan, caminan, se separan, crean atmósferas urbanas, de nostalgia, de barrios perdidos en laberintos del ayer. El corazón de la música respira hondo con esta bocanada de aires tangueros.